Vamos a ver. La versión heredada, bastante moderna, pero heredada, arranca del descubrimiento del secreto de la vida a mediados de los años 50: nuestra constitución genética –las instrucciones conductuales que llevamos en el núcleo de cada una de nuestras células– se encarga de que nos comportemos de una manera o de otra. Que seamos optimistas o pesimistas. Agresivos o benevolentes. Lúdicos o indiferentes. Vagos o trabajadores. Curiosos o indiferentes. Empáticos o desconsiderados. Con un matiz, claro; dependiendo del entorno que nos haya tocado vivir, los genes responsables, por ejemplo, de la depresión pueden no expresarse. Potencialmente podemos ser unos depresivos que entristecen la vida a los demás, aunque nuestro destino concreto no sea éste gracias a haber aterrizado en un entorno amable, pacífico, benevolente y considerado. Durante 40 años se fraguó un debate entre los que creían que todo dependía de los genes, los que creían que la mitad dependía del entorno y los convencidos de que la educación y el entorno podían con todo.

Te extraño, extraño que no estés aquí conmigo, no puedo evitar sentirme solo aunque este rodeado de amigos. Me faltan tus labios, tu dulce sonrisa; me faltas, mi sol, para iluminar mis días

brilla como el sol img.

cualidades de mis amigas el esfuerzo es el camino al exito and angelica y daniela tienen piojos y no se bañaron hoy text.

todo es lindo como el mar

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  1. te odio
  2. te amo
  3. adios

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